domingo, 12 de julio de 2015

Para ti, que nunca lo leerás.

Hubo un día en que lloré.
En el que sin lagrimas y sin congoja
sentí que todo se liberaba.

Aquellos sentimientos retenidos
por el sólo hecho de no derrocharlos en vano,
salieron expulsados multiplicados por mil.

Entonces mi peso se aligeraba,
mi yo se reconocía
y todo volvía a empezar.

Una segunda oportunidad.
Vamos a exprimirla.

Un día, que pensé que nunca llegaría.
Y entonces lloré.




6 de Julio de 2015.

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