jueves, 1 de diciembre de 2016

Agur 2016...

Termina el año. El 2016. Un año difícil. El primer año sola, después de 35 acompañada.
Con una rabia loca de convertirme en neo-hippie e irme a plantar lechugas y a caminar largos paseos sobre la hierba, a ponerme a leer cosas porque si, a perder el tiempo en mi, en mi gente, en mis cosas.
Me voy haciendo vieja.
Y quisquillosa.

Tantas aventuras vividas, recordadas y superadas me piden algo mas. Algo diferente. No voy a hacerme hippie, está claro. Pero no voy a seguir igual.

Desde hace un año que no soy igual. Desde hace un año que no tengo mas background, solo horizonte. Y el horizonte es tan amplio que no sé para dónde tirar. Por primera vez estoy perdida.

Mi trabajo se me ha hecho rutina, pasan los años y sigo haciendo cosas enriquecedoras y cargadas de contenido y emoción, pero también todo aquello que me agobia y me abruma, que me aburre y preocupa. Y me tiene un poco harta. Y no se arregla con dinero, ni con tiempo, ni con nada.

No es fácil emprender y continuar a flote. No es fácil planear lo que representa un proyecto de vida o una vida como proyecto. No es fácil tirar del carro en el que va gente, y cada vez es más gente y con ellas mas responsabilidades y mas peso. Es difícil distanciarme de lo querido, anhelado y modelado, pero tal vez es hora de que ande sin mi.

Los viajes y nuevas culturas, nuevas lenguas y nuevos paisajes, me llenan, me distraen, pero ya no me sorprenden.

Necesito. Necesitamos una nueva aventura.

Inspiración.